P.E.S 2018
Nos encontramos en un país que hoy celebra el “fin” de una era de
violencia en la que nuestros padres, madres y cada uno de nosotros y nosotras
nacimos, una era marcada por miles de eventos que hoy reposan en la memoria de
nuestras familias y que relatan historias de masacres, torturas,
desplazamientos, sufrimientos, lagrimas, muertes que nadie comprende, temor.
No obstante, esta era de violencia ha dejado a su paso una marca
en cada uno y cada una de nosotras, esa que nos ha enseñado a “sobrevivir” acudiendo
siempre a la violencia misma, muchas y muchos de nosotros ni siquiera nos damos
cuenta que hasta las mismas personas que amamos soportan permanentemente
diferentes formas de violencia que las hemos vuelto naturales y cotidianas;
muestra de ello, es que cuando recorro los pasillos de esta institución, con
tristeza debo escuchar cómo se ha endurecido el lenguaje de nuestros
estudiantes y de qué manera tan ofensiva se dirigen a quienes dicen ser sus
amigos y hasta su gran amor. Para muchos de ustedes suele ser más difícil
expresar su sentir transparente y puro que dirigirse al otro con una palabra
soez o un gesto agresivo, porque es entre calvazos, empujones y bromas
denigrantes que muchas veces acontece su día a día
Y es que la realidad de nuestro país y su historia jamás será
ajena a lo que vivimos en nuestra cotidianidad, lamentablemente aquí en nuestra
institución también se vive un reflejo de las diferentes formas de violencia de
la que hablan los noticieros y peor aún acontecen otras formas de agresión que
nosotros mismos aprobamos.
Hoy, siendo la celebración del día del ser humano quiero hacer una
reflexión y una invitación, teniendo en cuenta el origen del mismo en nuestra
institución, el cual se remonta a una necesidad de hacer visibles las luchas
que se han emprendido para lograr una sociedad igualitaria en términos de
género, donde el respeto y la igualdad de oportunidades sean la base para
dignificar el ser independientemente de su identidad u orientación sexual.
Primero, ¿Quiero saber si realmente son ustedes conscientes que
aún existen diversas formas de esclavitud y que somos responsables de ello?
Pues me refiero específicamente a esas actitudes en que le negamos al otro o a
nosotros mismos la libertad… la libertad de ser quien realmente somos, esto
mediante una burla, un mensaje violento por redes sociales, un gesto de
desprecio o una actitud de indiferencia, esas actitudes en las que en nombre
del amor o la amistad, permitimos que nos conviertan en la servidumbre del
otro, perdiendo la posibilidad y la autonomía de elegir nuestras amistades,
controlar nuestro tiempo y convertirnos víctimas de la violencia no solo
física, sino emocional y psicológica.
Y es que si bien es cierto que la violencia de género no solo se
da hacia las mujeres y que efectivamente en las últimas décadas las mujeres
hemos conquistado mucho terreno en el restablecimiento de nuestros derechos, no
podemos desconocer que aún seguimos siendo las más afectadas por esta
situación. De cada 100 casos de violencia de pareja, 88 tienen a la mujer como
víctima, el 71% de las victimas mundiales de la trata de personas son niñas o
mujeres, el 85% de las víctimas de violencia sexual en Colombia son mujeres
niñas y adolescentes.
La
mujer ha estado en posición de desventaja con respecto al hombre. Sus derechos
no han sido equitativos a lo largo de la historia. En Colombia, los casos de
tortura (agresión con ácido, entre otros) y feminicidios siguen aumentando, y
nuestra cultura continúa reforzando imaginarios donde la mujer está sujeta al
hombre, es un ser débil y dependiente y está relegada a una función
reproductiva, no obstante, cada vez son más las mujeres que han decidido tomar
las riendas de su vida como seres autónomos, se han construido nuevas formas de
ser mujer y sus proyectos no siempre están enfocadas a la alternativa de ser
mamás. En el caso de los hombres no escapan a este tipo de violencia, en el
2015, murieron 27 y 6.315 resultaron heridos por cuenta de su pareja o
expareja, según datos de Medicina Legal.
No
obstante, las cifras al igual que en el caso de las mujeres no nos permiten ver
la realidad del asunto dado que muchos de ellos evitan denunciar porque se
sienten avergonzados. Los celos desaforados, la aprobación de las acciones
violentas hacia ellos porque se consideran fuertes e inquebrantables, la
negación a expresar sus emociones, la invasión a su privacidad, las amenazas y
control sobre su vida social, el manejo de sus redes e invasión de su
privacidad y demás son otras formas de violencia, son situaciones que les
limitan la posibilidad de ser Y si este es el panorama de quienes de alguna
manera hemos encajado en los estereotipos de género a modo de la etiqueta mujer
u hombre, ya podemos imaginar las luchas que deben emprender quienes asumen
formas alternativas de habitar su cuerpo, aquellos y aquellas quienes han
explorado, descubierto y apropiado orientaciones e identidades sexuales
diversas, seres humanos que merecen tener las mismas oportunidades pero que a
menudo deben luchar contra señalamientos, ideas rígidas frente a lo que es
normal y lo que no, mentes que les cuesta descubrir que independiente a la
identidad u orientación sexual de cualquier persona hay un ser con sueños,
temores, valores, ideas, posibilidades, habilidades y toda una vida para escribir
su propio destino .
Es
por eso que la invitación de hoy es a descubrir el ser humano que hay a tu
lado, sin importar etiquetas, comprender que todos y todas merecemos una vida
digna y que debemos aprender a reconocer y modificar esas conductas que te
lesionan o lesionan a los demás y nos niegan la posibilidad de ser libremente
quienes realmente somos. No más
No
más violencia ni discriminación… es hora de reconocernos como lo que somos
valiosos seres humanos.
ESCRITO
POR FRANCY JAZMÍN SIERRA
Docente
Orientadora